Clint Eastwood ha firmado
sus mejores películas, como las excelentes Million dollar baby,
Mystic river, Los puentes de Madison y Sin Perdón,
o las muy interesantes Gran Torino, Invictus,
Ejecución inminente o
Poder absoluto, bien entrado en la vejez y alejado del papel
de duro de los años 80. Sus últimas películas adolecen, quizá, de
una cierta dejadez en la puesta en escena, pero tienen brío y ritmo.
Nunca aburren. A esta regla le añadía antes una única excepción,
la enormemente parsimoniosa Media noche en el jardín del bien y
el mal, pero ahora se le va a unir a esta extraña categoría
dentro de la producción de Clint Eastwood su último trabajo como
director, J. Edgar. Un biotopic sobre el primer director del
FBI, el hombre más poderoso de los EEUU en su tiempo. La película
falla ya desde el principio por la falta de interés del tema visto
desde Europa (de hecho si no fuera por el gancho del director y del
protagonista nunca me hubiera animado a ir al cine a ver una película
sobre este señor), por el casting (Leonardo diCaprio me parece un
actor estupendo y su trabajo durante la primera mitad de la película
es excelente, pero esa cara añinada no le permite hacer
convincentemente ningún papel de persona de edad, por mucho
maquillaje que se le añada, quizá dos actores hubiera sido mejor
solución), la historia se centra mayoritariamente en la vida
personal de Hoover y desde este punto de vista el personaje resulta
totalmente anodino. Eastwood le retrata como un personaje obsesivo,
muy dependiente de su madre, con gran afán de notoriedad,
ambicioso... Toda la decisión que mostró en su vida laboral, le
faltó en la privada, y se muestra incapaz de definir su relación
con su vicepresidente, para desesperación de éste y de todos los
espectadores.
Otro aspecto sorprendente
es el despilfarro que supone contratar a Naomi Watts únicamente para
decir si o no al jefe en su papel de abnegada secretaria de éste.
Papel que no aporta nada a la historia más que para aumentar el
aburrimiento.
Supongo que muchos
alabarán la valentía de Eastwood por atreverse a relatar las
tendencias homosexuales de tan poderoso personaje, pero su película
no aporta mucho más. Sólo mantiene el interés en la primera media
hora, mientras se narra la lucha que mantuvo por crear y dirigir el
FBI. El resto, totalmente prescindible.
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