domingo, 3 de enero de 2016

El despertar de la fuerza


Tercera película de la saga que voy a ver al cine. La primera, la original, la única que yo llamo "La guerra de las galaxias", la vi con solo 10 años y tenía todo lo que un niño de esa edad podría esperar de una sesión continua de cine: aventuras, buenos requetebuenos y malos de negro como los de las pelis de vaqueros, duelos de espadachines con espadas láser, naves espaciales que parecían salirse de la pantalla, la fuerza... Luego vi la primera de la nueva saga, el episodio I, y me decepcionó, allí no había aventuras, sólo efectos especiales. Y ahora con la maquinaria de bombos y platillos de Holywood funcionando a todo gas para promocionar el producto decido darle una nueva oportunidad a la vieja historia. Y allí me encuentro hoy, en una sesión matinal, con Chewbacca, con Han Solo, con el Halcón Milenario, por Dios, con la princesa Leia, con las espadas láser, con la fuerza, con los soldados imperiales, la banda sonora de John Williams, el texto introductorio desapareciendo en el infinito estrellado... No faltaba nada de lo que encantó cuando tenía 10 años, bueno sí, la escena del triturador no aparece aunque sí hay una referencia a él en un diálogo, sólo que ya peino canas y las peleas de buenos y malos ya no me emocionan. Lo que no he encontrado es nada nuevo, más que un nuevo episodio de la saga parece un remake del primer y estupendo episodio, un ejercicio de nostalgia crepuscular, con los mismos actores ya talluditos y con la misma historia: los rebeldes luchan para aniquilar la amenaza de Base Starkiller, la nueva Estrella de la muerte, en manos de la Primera Orden, el nuevo Imperio, comandados por Kylo Ren, el nuevo Darth Vader, y para ello buscan desesperadamente a Luke Skywalker gracias a un mapa que han escondido en un androide BB8, el nuevo R2D2, en el planeta desértico Jakku, el nuevo Taooine. Hasta vuelve a aparecer una nueva escena del bar llena de nuevos monstruos o una nueva versión del alucinante speeder de Luke. La misma vieja historia hecha con la tecnología del siglo XXI, ¿cómo no me va a gustar? ¿Cómo no emocionarme viendo volar de nuevo al fabuloso Halcón Milenario, oyendo los gruñidos de Chewbacca, el sonido de las espadas láser, los giros de los cazas rebeldes, los disparos de Han Solo... ? Lo que no sé es por qué iba a gustar a las nuevas generaciones, a esos espectadores que la ven con unos ojos nuevos, sin la neblina de la nostalgia. No sé entonces si las escasas novedades, las escasas caras nuevas, la chatarrera Rey (la escena de su presentación robando componentes en las ruinas de un inmenso destructor es de lo mejor), el soldado imperial desertor Fin o el habilidoso piloto rebelde Poe, atraparán la imaginación de los muchos peques que había en el cine como nos atraparon a nosotros los personajes originales hace ya casi 40 años. Ahora que ya ha desaparecido el misterio del primer episodio no sé si la Fuerza seguirá siendo lo suficientemente poderosa para que ellos también la sientan.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Los vengadores (2012)


La moda de los súper héroes está lejos de terminar. Este filón para las productoras se basa en dos pilares: por un lado la explotación de la nostalgia con personajes conocidos y añorados (¿quién no ha leído un comic de Marvel en la infancia?), y por otro la exuberancia de efectos especiales y escenas acción amparadas por las exigencias del guión y por lo tanto, expuestas sin ningún disimulo ni arropadas por ninguna trama. En este caso especialmente, porque si solo se tratara de un único protagonista, aún podría el guionista recrearse en las profundidades del personaje, la complejidad de llevar una doble vida, a menudo oculta, las debilidades en la vida privada, pero si son más de media docena... no hay tiempo. La perfecta excusa para construir una película sin más pretensiones que entretener.
Y esta película lo consigue... a medias. Mejor dicho, lo consigue sólo en la segunda mitad, cuando de verdad empieza la acción y todos estos maravillosos súper héroes se lían a tortas con los extraterrestres. Porque la primera parte, donde se dedica a presentar a cada uno, a contar cómo los reclutan, con sus anécdotas, sus toques de humor, está demasiado vista. No tiene nada de original.
Además hay ciertas escenas, todas en las que aparece el malo malísimo, Loki, que parecen de juguete los escenarios y las ropas. Y me imagino que no habrá sido por falta de presupuesto para la dirección artística.
Aún así la traca final de acción es tan apabullante que sales con un buen sabor de boca y pegado a la butaca.



Silencio en la nieve



Interesante película española que tiene de fondo un tema apenas conocido: la División azul, esa unidad formada en principio por voluntarios falangistas que acudió a ayudar a Hitler en el frente ruso. La única intervención española en la Segunda Guerra Mundial se saldó con un rotundo fracaso y el régimen franquista no parece que estuvo muy interesado en recordarla y mucho menos la historiografía democrática. 
La película, sin embargo, no tiene como objetivo contar la historia de esta columna franquista. Es una película casi casi de cine negro, con su detective, Juan Diego Botto (un policía de ideas republicanas que fue obligado a alistarse), su ayudante, Carmelo Gómez (un sargento que sólo quiere, como todos, que termine esa guerra y volver a casa), unos misteriosos asesinatos y muchos, muchos sospechosos. Quizá le falte sólo la presencia de una femme fatale, pero poner a allí, en el frente ruso, a un personaje así no sería muy verosímil.
Una película bien realizada, manteniendo el suspense, desvelando poco a poco los datos, con unos buenos actores, con una puesta en escena estupenda y con una temática, la detectivesca, muy escasa, desgraciadamente, dentro de la cinematografía nacional.

J. Edgar


Clint Eastwood ha firmado sus mejores películas, como las excelentes Million dollar baby, Mystic river, Los puentes de Madison y Sin Perdón, o las muy interesantes Gran Torino, Invictus, Ejecución inminente o Poder absoluto, bien entrado en la vejez y alejado del papel de duro de los años 80. Sus últimas películas adolecen, quizá, de una cierta dejadez en la puesta en escena, pero tienen brío y ritmo. Nunca aburren. A esta regla le añadía antes una única excepción, la enormemente parsimoniosa Media noche en el jardín del bien y el mal, pero ahora se le va a unir a esta extraña categoría dentro de la producción de Clint Eastwood su último trabajo como director, J. Edgar. Un biotopic sobre el primer director del FBI, el hombre más poderoso de los EEUU en su tiempo. La película falla ya desde el principio por la falta de interés del tema visto desde Europa (de hecho si no fuera por el gancho del director y del protagonista nunca me hubiera animado a ir al cine a ver una película sobre este señor), por el casting (Leonardo diCaprio me parece un actor estupendo y su trabajo durante la primera mitad de la película es excelente, pero esa cara añinada no le permite hacer convincentemente ningún papel de persona de edad, por mucho maquillaje que se le añada, quizá dos actores hubiera sido mejor solución), la historia se centra mayoritariamente en la vida personal de Hoover y desde este punto de vista el personaje resulta totalmente anodino. Eastwood le retrata como un personaje obsesivo, muy dependiente de su madre, con gran afán de notoriedad, ambicioso... Toda la decisión que mostró en su vida laboral, le faltó en la privada, y se muestra incapaz de definir su relación con su vicepresidente, para desesperación de éste y de todos los espectadores.
Otro aspecto sorprendente es el despilfarro que supone contratar a Naomi Watts únicamente para decir si o no al jefe en su papel de abnegada secretaria de éste. Papel que no aporta nada a la historia más que para aumentar el aburrimiento.
Supongo que muchos alabarán la valentía de Eastwood por atreverse a relatar las tendencias homosexuales de tan poderoso personaje, pero su película no aporta mucho más. Sólo mantiene el interés en la primera media hora, mientras se narra la lucha que mantuvo por crear y dirigir el FBI. El resto, totalmente prescindible.

miércoles, 16 de febrero de 2011

También la lluvia

Película dirigida por Icíar Bollaín y protagonizada por Luis Tosar, Gael García Bernal y Karra Elejalde. El guión es de un habitual de Ken Loach, Paul Laverty, y eso se nota porque es de lo mejor de la película. En ella se entremezclan dos historias: las peripecias del rodaje de una película en Bolivia, con el conflicto por la propiedad del agua como telón de fondo, y las injusticias cometidas por los españoles durante la conquista de América (argumento de la ficticia película). Las escenas de una historia y otra se suceden y los diálogos de una valen perfectamente para la otra y viceversa. La película es una clara, quizá excesimante clara, denuncia de la hiprocresía con la que criticamos tan fácilmente los conflictos pasados o lejanos y la distancia que marcamos con los que nos toca lidiar cotidianamente. El equipo de rodaje, director y productor, que llegan a Bolivia dispuestos a lanzar al mundo la verdadera y despiadada historia de la gloriosa conquista española se ven obligados a enfrentarse a un conflicto real. Con el tiempo y a medida que el conflicto se agrava, cada uno reacciona de forma diferente y muestra su auténtica personalidad y preocupación: fama, reconocimientos, dinero, las personas...
La cinta tiene grandes momentos, especialmente me gustaron las escenas de los ensayos, y representa un cambio con respecto a otras películas de la directora, como Te doy mis ojos o Flores de otro mundo, de corte intimista y bajo presupesto. Ésta es ambiciosa, con muchos escenarios naturales y extras, pero sin parecer nunca falsa. La escena que menos me gustó, la final: la despedida en el solitario hangar del aterezo entre el productor y el indígena protagonista. Un cliché demasiado manido y con un toque cursi.
La estupenda música de Alberto Iglesias recibió merecidamente el goya.

viernes, 19 de noviembre de 2010

El americano

Fecha: sábado 6 de noviembre?
Cines Aragonia (Zaragoza)
Acompañante: Pilar
Hacía tiempo que no me aburría tanto en una sala de cine: las breves sinopsis de las carteleras (un asesino a sueldo se esconde en un pequeño pueblo italiano de unos sicarios que intentan acabar con él) y la presencia de George Clooney hacían pensar en otro tipo de película. En alguna crítica por internet he leído que había alcanzado el número uno en la taquilla de EEUU, sorprendente. El director es un conocido fotógrafo holandés, Anton Corbijn, y eso puede explicar el gran número de planos fijos de los exteriores del pueblo o la escasez, por no decir ausencia total, de ritmo en la mayor parte de la película. Si la idea del director era retratar lo solitaria y aburrida que puede llegar a ser la vida personal de un asesino, lo ha conseguido sin lugar a dudas, Sin embargo los primeros minutos fueron muy prometedores: una pareja en una cabaña en un recóndito lugar del norte sale a dar un paseo, la presencia de unas pisadas alerta al hombre que obliga a la mujer a correr en busca de refugio mientras suenan unos disparos, la mujer asustada no entiende nada, pero el hombre, sereno, saca un arma y consigue abatir al franco tirador, mientras la mujer vuelve sobre sus pasos hacia la cabaña para avisar a la policía, su compañero le mete dos tiros por la espalda. Todo en unos pocos minutos, sin explicaciones de quiénes son esas personas ni por qué está ocurriendo todo eso. Seco, brutal. Fin de la película. El resto es una interminable colección de primeros planos de George Clooney, de paisajes y de las calles del recóndito pueblo. No sucede nada en el resto del metraje, una sucesión de monótonos días y monótonos personajes, el cura del pueblo, la prostituta de la que se encariña (estupenda, eso sí)...
Yo esperaba una revisión del género de espías y asesinos del tipo Bourne, pero no se acercó ni de lejos. Algunas críticas describen a la película como un thriller pausado, aunque decir en pausa sería mucho más acertado. Además de la falta de ritmo y de acción, ni siquiera la trama es plausible porque los pocos tiros y muertos que aparecen no producen ningún tipo de reacción ni escándalo en ese pequeño, remoto e idílico pueblo de los Abruzzos italianos, cuya indiferencia parace más propia de un barrio de NY.
Un turre de película que derivó en tragedia en el momento que se nos acabaron las palomitas, único entretenimiento real de la sala en toda la tarde.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Origen (Inception)


Fecha: Viernes 3 de septiembre de 2010
Lugar: Cines Aragonia (Zaragoza)
Acompañantes: Pilar

Reconozco que fui al cine sin esperar encontrarme con nada interesante. Mi única referencia de la película, la presencia de Leonardo DiCaprio, no representaba ninguna garantía ya que sus últimas actuaciones (Diamantes de sangre, Infiltrados, Gángsters de Nueva York...), a pesar de ser excelentes no han conseguido quitar de mi cabeza la imagen romanticona de Titanic. Tampoco conocía al director, Christopeher Nolan (y aunque hubiera sabido su nombre éste no me habría dicho nada), ni el resto de reparto de actores. Y sin embargo la película me dejó enganchado durante 2h y media a la butaca, sin ganas de querer abandonarla ni siquiera cuando empezaron a salir los títulos de crédito. Hay pocas películas capaces de sorprender y esta no dejó de sorprenderme ni un sólo minuto. La trama ya era original: un equipo de ladrones se dedican a robar información, pero no de una caja fuerte, sino del interior de la mente de las personas. ¿Cómo? Entrando en sus sueños y llegando a las zonas más recónditas de su subconsciente. Leonardo interpreta al líder del grupo, un personaje atormentado por la muerte de su esposa, de cuyo recuerdo no quiere desprenderse y lo almacena en sus sueños. Debido a que la policía le acusa de la muerte de su esposa, no puede volver a EEUU con sus hijos, pero un encargo especial le va a dar la oportunidad de regresar y rehacer su vida. Este encargo consiste no en extraer información de un sujeto, sino en meterle una idea ajena en la mente y que ésta la considere como propia.

La película tiene un ritmo trepidante y aunque es cierto que no es fácil retener toda la información, la habilidad del director permite que nos quedemos con la parte esencial para poder seguir el hilo del intrincado guión. La película me ha parecido una perfecta amalgama de elementos de muy distinto tipo: tiene una gran cantidad de trepidantes escenas de acción perfectamente realizadas con gran derroche de tiros, explosiones y persecuciones por medio mundo al mejor estilo de James Bond, las continuas entradas y salidas de los sueños de los protagonistas y sus diálogos existenciales así como la utilización de los efectos especiales digitales me recordaron mucho a Matrix, en ocasiones la película parece un vídeo juego al estilo Lara Croft, con los personajes superando “pantallas”, matando a los malos, para poder acceder al botín y por último la trama de intriga psicológica y esa capacidad para hacer que nada sea lo que parezca tiene un aire a las películas de M. Night Shyamalan. La tarea de montaje es también excepcional, ya que hay gran cantidad de momentos a lo largo de la película en la que se solapan historias distintas sin que se llegue nunca a perder el hilo de ninguna. La manera en que el guión y el director nos diferencian las historias reales de los sueños es igualmente original, nada de fotogramas en blanco y negro, desenfocados, en color sepia o con una luz exageradamente distinta. No, nos obligan a fijarnos en pequeños elementos que van a jugar un papel clave en el final abierto de la película, con cierto regusto a Instinto básico.

Una última sorpresa la constituyen tanto la excelente música de Hans Zimmer, como los cameos estelares de Michael Caine y Tom Berenguer (inmenso actor que últimamente estaba desaparecido de los rodajes).

El director consigue una película redonda, con un guión muy trabajado, sin huecos ni fallos, con un grupo de actores estupendos y un montaje frenético. No me había divertido ni me habían sorprendido tanto desde Matrix.